Nuestro fulbito y su naturaleza

El futbol lo tenemos en la sangre.

Desde pequeños jugar pelota era una necesidad. NO podiamos estar tranquilos si NO mostrabamos nuestras cualidades futbolisticas en una loza de fulbito.

Encontrar alguien con quien conversar el mismo idioma futbolistico era un ideal.

Aquel, con quien construir una pared era mas sencillo que apilar cien ladrillos usando tierra y cemento.

El uno y dos, clasico de toda la vida. Dame que te doy. La huachita. Y otras tantas figuritas que hacen de este deporte el mejor de todos y el mas popular sin duda.

Pero ese es el fulbito. Somos buenos en eso. NO por una cuestion de naturaleza. Sino por que abundan las lozas de fulbito por doquier. Tan simple como eso.

El futbol es distinto. Si tuvieramos canchas de futbol o potreros siquiera donde poder jugar al futbol de verdad. Con pases largos de treinta y cuarenta metros.

Driblear rivales en base a velocidad principalmente y algun buen amague como contingencia, es una practica que NO se nos permite. Por que NO hay donde practicarlo para perfeccionarlo.

Tener campos de futbol es una forma de brindarle mas oportunidades a los jovenes, que hoy ven pasar sus dias sentados en parquecitos, dejando de un lado las exigencias de sus capacidades fisicas.

Un reto para el gobierno que desee hacer un cambio radical en el deporte aplicado a la sociedad, a los que tienen menos recursos.

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