Sobreviviendo a menos diez grados

Hay cosas que NO logro asimilar, asi brevemente, en el acto.

Ajustarse a las inclemencias del clima, de un clima extraño, ajeno, distante a la de tus epocas de calichin, extremo en toda la extension de la palabra.

Menos diez grados marcan hoy, los termometros temblorosos.

El mercurio en su punto contrario de ebullicion. Nos dice, sarcasticamente, que aquella historieta del cambio climatico puede que tenga algun sustento racional.

La nieve ya NO parece ser lo que una tarde romantica puede concebir. Hoy parece una lluvia de color blanco, intenso.

Cae en cantidades desproporcionadas.

En forma de tremendos copos de nieve, que ya parecen tremendos lampazos de furia, de algun ser sobre natural, que desea castigarnos por habernos portado mal en la noche.

Pero la nieve NO llega sola. La acompaña un frio helido.

Hoy extraño los enero calidos de mi tierra.

Ese sol esplendoroso que amanecia tras los cerros de la Tablada de Lurin. Que surcaba las cortinas de mi ventana y me despertaba tan temprano, cualquier mañana de enero.

Esos eneros de verano, de correr frente a las olas que golpeaban la playa Venecia, alli cerca al mar en mi querido Villa El Salvador.

Como extraño esos enero, hoy en el antonimo absolutamente contrario, respecto al tiempo.

En esa soledad que requiere y exige, a veces, la posibilidad de brindar un futuro distinto para tus hijos.

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